El barrio de San Antón se convirtió ayer en una auténtica fiesta popular en la que miles de ilicitanos se volcaron con la celebración de la festividad del patrón de los alpargateros y de los animales.
El buen tiempo que hizo durante toda la jornada ayudó mucho a que así fuera y propició que las calles del barrio registraran durante toda la mañana y parte de la tarde un incesante trasiego de personas que acudieron a pasar el día a San Antón.
La tradición se cumplió y, un año más, el Santo recibió el calor y fervor de sus devotos. La jornada comenzó con el volteo de campanas en su honor a las ocho de la mañana y la posterior misa. A continuación, se celebró un pasacalles y la romería, en la que el Santo, portado por los devotos, se trasladó hasta la ermita del barrio. Allí fueron muchos los que pudieron acceder a su interior para ver de cerca a San Antón, protector también de los animales. En la ermita se celebró otra misa y, a su término, se procedió a la bendición de la coca y al tradicional almuerzo.
La imagen de San Antón emprendió sobre las doce del mediodía el regreso a la iglesia, de nuevo en romería, acompañado por decenas de fieles. Una vez en su morada, se procedió a celebrar la tradicional bendición de los animales. Numerosas mascotas recibieron el agua bendita, principalmente perros y gatos, aunque también hubo pájaros, tortugas, serpientes, iguanas, caballos e incluso un burro y un mono. Los actos finalizaron con la rifa del cerdo.